De todo aquello sólo
queda Green Walker. Y las sombras desaparecieron. Porque se trataba nada más
que de eso: sombras en un papel en blanco. De ahí lo de las dos dimensiones, ese
no era un delirio, como pensaban los doctores Fernández y Valle. El mundo que
he presentado en estas ocurrencias delirantes no es otra cosa que las sombras
que proyecta el señor Walker sobre el papel. Y varían según de donde venga la
luz. Y varían también según qué posición toma el bueno de Walker. No ha sido
más que un juego de sombras chinescas. Supongo que como sucede con la creación
literaria. Sombras del autor.
Ha desaparecido el
frenopático con todo su elenco de personal. Y las sombras sólo desaparecen
cuando una luz más fuerte ilumina desde todos los puntos, o bien cuando
desaparece la luz. Porque sin luz no hay sombras.
Paseo por el adarve de la Muralla de Lugo con un atuendo verde, otra vez. Miro el viejo peral, convencido de que mi amigo Antonio Machado ya se ha ido de ahí. No han vuelto a
aparecer floraciones fuera de su tiempo. Aquel mundo en el que me vi inmerso se
ha disipado como se disipa esa niebla tan habitual en esta ciudad con el sol de
mediodía, quizá aún queden zonas bajo la niebla esperando salir al sol. Pero
esto ya es otra cosa. Sí, aún queda algo de resentimiento después de tanto
tiempo de sentimiento, pero eso también habrá de pasar, ya lo decía mi viejo
amigo poeta:
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.
Tiempo es de dejar el surco, aunque se llame adarve y salir a otros caminos, a otras veredas. Hay montañas y valles. Hay otras llanuras, un camino que lleva a Santiago, o a Fisterra, o a Muxía. Hay un mar inmenso y transitable. Y he decidido empezar a andar lejos ya de los muros de aquella locura y libre de aquella pasión.
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.
Tiempo es de dejar el surco, aunque se llame adarve y salir a otros caminos, a otras veredas. Hay montañas y valles. Hay otras llanuras, un camino que lleva a Santiago, o a Fisterra, o a Muxía. Hay un mar inmenso y transitable. Y he decidido empezar a andar lejos ya de los muros de aquella locura y libre de aquella pasión.
He aprendido algo nuevo, aunque otro poeta amigo ya lo había dicho hace mucho tiempo:
Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan
con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Yo sé muy pocas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos.
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