- Walker, Walker, ¿te has enterado de lo del moro?
- ¿Lo de qué moro?, Germán
- Lo del Bin Laden… se lo han cepillado los yanquis
Me acerqué a la sala de estar, donde la televisión estaba dando la noticia con todo lujo de detalles
- A buen seguro ahora estará gozando de las huríes ese hijo de su padre
- ¿Las huríes?
- Las eternas vírgenes que por más que se las tiren, cada vez es la primera, vuelven a ser vírgenes de nuevo.
- No te entiendo, Germán.
- Sí, joder, lo que hay en el paraíso de los mahometanos, si en el nuestro dicen que te vas a pasar toda la puta eternidad mirando a dios, ellos creen que van a vivir de puta madre, con agua, frutas, comida y unas vírgenes dispuestas a satisfacerles a todas las horas, y por más que se las cepillen, siguen siendo vírgenes.
- ¡Ah!
- No te extrañe que por una recompensa así sean capaces de forrarse de explosivos y de reventarse en cualquier sitio lleno de infieles, ya sabes que lo prometido por morir en una guerra santa es ir de cabeza al paraíso ese.
- Pero ese no ha muerto en una guerra santa.
- Bueno, según como se mire… Cuando lo de Irak hubo muchos ayatolás que empezaron a predicar la guerra santa contra el demonio yanqui…
Mala cosa cuando entran los dioses en la batalla, tal y como lo cuenta Wagner en la Tetralogía del Anillo de los Nibelungos, cuando Odín, dios nórdico de la guerra, se encargaba de enviar a las valquirias, a recoger a los guerreros muertos en batalla, en la espera del fin de los días, cuando Odín guiará a dioses y hombres contra las fuerzas del caos en la batalla del fin del mundo, el Ragnarök... No conocía estos detalles. Menos mal que puedo consultar la Wikipedia en este ordenador de la doctora Salazar.
En fin, parece que esta batalla la ha ganado nuestro dios, el bueno de Yahveh o Jehová, eso sí, en su versión más protestante frente al temible Alá profetizado por Mahoma. Supongo que continuará esta santa guerra de hombres, civilizaciones y dioses. Al menos en la mente de sus instigadores y de quienes tienen ahí su modus vivendi.
Por la tarde Germán seguía desbarrando.
- ¡Cagüendios!, para hacerlo bien, tenían que haber hecho como los milaneses con Musolini, ¿sabes qué hicieron, Wakler?
- Lo ajusticiaron y lo arrastraron por Milán, ¿no?
- Si, después de ametrallarle a él y a su amante, llevaron los cadáveres a la Plaza Loreto de Milán, les arrastraron, colgaron sus cadáveres cabeza abajo en una gasolinera, les dieron de hostias hasta desfigurarlos, les fotografiaron… Pues eso tenían que haber hecho con Bin Laden, llevarlo a New York, arrastrarlo por las calles atado a una limusina, llevarlo al World Trade Center, colgarlo por los cojones y después…
- Para, para, Germán, para, joder, que me estás revolviendo el estómago. Se lo han cepillado ya, que lo den por el culo si quieren, pero déjate de salvajadas, ¡joder!.
- Lo de profanar el cadáver, como dices, parece una buena idea si hay por ahí algún necrófilo a mano…
- ¡Que pares ya de decir salvajadas, cojones ya!
- Bueno, la verdad que me da igual, podían hacer eso mismo al Bush ese de los cojones, que es otro cabrón igual que el moro ese, es el afán de dejar al populacho que descargue su rabia… no te quepa duda, Walker, lo más salvaje que puedas imaginar aún pervive dentro de nosotros.
No, desde luego, no me cabe la menor duda… No sé si asumirlo como una forma de locura o como parte de la naturaleza humana. En cualquier caso, no quedamos mejor parados que una jauría de lobos hambrientos en pleno invierno. A veces creo que lo único que nos cabe esperar es la erradicación de la especie humana como mejor forma de ecología.
Pero eso es hoy, que estoy de bajón. A lo mejor, mañana vuelvo a creer en el género humano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario