Toda la locura encerrada en la Muralla de Lugo

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Ocurrencias Delirantes

23 de marzo de 2011

OCURRENCIA DELIRANTE V

Aún me duele un poco la cabeza; el día ha resultado bastante difícil de llevar. No precisamente por las tonterías del doctor Fernández, que a penas quiso hoy hablar conmigo ni tampoco se dignó a hacer su disertación sobre mi pretendido delirio. He de reconocer que hay cosas aún peores que las resacas de Sinogán como, por ejemplo, pasar una tarde entera al lado del bueno de Germán lanzado a una imparable actividad oratoria.

Por algún motivo que desconozco, debo caerle bien y aprovecha cualquier momento para acercarse a comentarme su última y profusa cosecha intelectual. La verdad es que ahora el pobre Germán anda como un perro de nadie por la planta desde que Margarita abandonó los maternales cuidados que le prodigaba. La buena mujer no le pudo soportar más de tres días.

A mi modo de ver, esta desadopción ha obedecido a dos motivos. En primer lugar, a un cambio de estrategia de marketing por parte de Margarita, quien parece haberse percatado que causa mejor impresión en su público mostrarse solícita y abnegada, siempre presta a ayudar a los desvalidos, realizando tal sacrificio con una bondadosa sonrisa en los labios. Esto, desde luego, resulta mucho más lustroso para su ego que andar por ahí apadrinando a un pequeño Lenin. En segundo lugar, parece una cuestión de creencias, ya que Margarita es muy devota de todas las vírgenes habidas y por haber, en particular de una de por aquí, cuyo nombre suena algo así como Nuestra Señora del Refajo…  o quizá de la Enagua, o tal vez del Corpiño (desgraciadamente ni estoy muy al tanto de las inagotables advocaciones de la Virgen María ni de las antiguas vestimentas al uso en las señoras). El caso es que la profunda devoción mariana de Margarita chocaba constantemente con la tendencia de Germán a enriquecer el ya florido léxico de la gramática parda nacional con nuevas blasfemias, a cual más salvaje y, desde luego, creativa, capaz de sembrar mojones por los lugares más recónditos y sagrados del  Reino de los Cielos. Tras haberse mostrado muy ofendida ante algunas perlas que brotaban de la boca de Germán, llegó un momento en que decidió no admitir ni una sola alusión más a la madre del salvador, quizá por lo que le tocaba en su fibra de madre salvadora.

Así que después de proferir varias veces a gritos “este chico está poseído por el diablo”, comenzó a rehuirle a la par que fue adoptando a la pobre Vicenta, a quien ahora acompaña en todo momento por rodos los rincones de la planta, ufana y plenamente entregada, hablándola con un estilo afectado y empalagoso más propio de una profesora de párvulos, buscando animales por la planta y confundiendo aún más la mente de la pobre mujer al señalarle terneras, gallinas y conejos que Vicenta no es capaz de ver por ninguna parte. El colmo del patetismo fue alcanzado esta tarde, cuando Margarita en pleno clímax altruista no se percató de que a su nueva amiga se le había resbalado el pañal de incontinencia piernas abajo hasta los tobillos, lo que le hacía caminar grotescamente, casi a saltitos, del brazo de su protectora, hasta que otra interna se acercó increpando a Margarita para ayudarla a subirse esa especie de enormes bragas caídas. Una escena que generó alguna risita entre el personal y un buen sofocón, mitad de vergüenza y mitad de cólera contenida en la piadosa Margarita.

Mientras tanto, Germán se sentó a mi vera y me estuvo contando en exclusiva cuanto sabe a cerca de las múltiples conspiraciones que giran a nuestro alrededor y que abarcan a todos los campos de la vida social, laboral, religiosa, política, administrativa, de orden público... Todo termina encajando minuciosamente dentro del inagotable pensamiento de Germán.

Germán tiene más de cuarenta años, pero  su larga cabellera negra, atada en una coleta y su barba descuidada, al más puro estilo hippie, le hacen parecer mucho más joven. Suele vestir un pantalón vaquero muy raído, camisetas a cual más impactantes y una sobrecamisa vaquera. Le faltan sus collares y pulseras de cuero, pero eso está prohibido en la planta. Sin embargo, cuando se le mira de cerca, sus arrugas y la tristeza de sus ojos empiezan a hablar de su verdadera edad y de todo el sufrimiento acumulado, tanto por su enfermedad como por el efecto de los medicamentos.

Hace días que este chico está sorprendiendo a los moradores de este frenopático. Al principio era un muchacho muy callado que pasaba la mayor parte del día mirando la televisión en silencio. Solía leer el periódico de principio a fin a lo largo de la mañana y a penas intercambiaba tres o cuatro palabras a lo largo del día. Con el paso de los días fue empezando a hablar un poco más de un solo tema: las conspiraciones. Y hace una semana que nos tiene a todos sorprendidos con la increíble rapidez de que es capaz de hablar; por momentos creo que llega a alcanzar con creces las doscientas cincuenta palabras por minuto; a penas hace pausa para coger aire, lo que hace temer que en cualquier momento se va a desplomar asfixiado. Sus alegatos están plenos de argumentos, razones y explicaciones, elaborando un discurso bien enlazado que nunca se anda por las ramas ni pierde la idea a trasmitir que, por otra parte, es siempre la misma. Y todo ello salpicado de las blasfemias más originales y creativas que han escuchado mis oídos, llegando algunas a alcanzar un nivel de elaboración propio del culteranismo más excelso. A modo de muletilla, el "cagüendios" es, sin lugar a dudas, la palabra más articulada por la boca del muchacho, empleándola como conjunción, como signo final de exclamación, como palabra comodín para sustituir cualquier sustantivo, como refuerzo de la expresión, como vocativo...

Hoy he comprendido la razón de este cambio. A mediodía me di cuenta de que ha aprendido de mí el arte del escamoteo de la pastilla. A buen seguro el doctor Valle, intentará controlar esta forclusión del significante del nombre del padre con dosis brutales de medicación que Germán seguirá escamoteando. Luego le pasará a dosis de inyectables más propias de la raza equina que de la humana, y terminará sometiendo al pobre chico a un aislamiento forzoso en la habitación, hasta que convertido en un despojo humano tembloroso y babeante, con el nombre del padre perfectamente desforcluido pueda caminar torpe y tambalente por los pasillos de la planta. A veces pienso si lo del nombre del padre ese que tanto interesa al doctor Valle tiene alguna relación con la ingente cantidad de veces que Germán es capaz de mentar el nombre del padre eterno.

Ciertamente, lo que dice Germán no  es tan demencial ni carente de sentido como pudiera pensarse. Exabruptos a parte, da la impresión de estar iluminado por el don de la clarividencia que le lleva a alcanzar una profunda y exacta aprehensión de la realidad que nos circunda. Para que puedas juzgarlo, querido lector, voy a entresacar a modo de ejemplo algunas de las opiniones de Germán sobre nuestros periodistas y creadores de opinión. Por supuesto que al contarlo voy a obviar expresiones soeces y blasfemas que poco aportan a su pensamiento. Para centrar la acción comentaré que nos encontrábamos viendo un debate televisivo donde cuatro individuos con ínfulas de grandes autoridades en cualquier materia que se tercie debatían con ardor sobre un tema de actualidad. En un momento Germán se puso de pie y a voz en grito comenzó a decir:

-          ¡Mercenarios!, ¡sicarios!, ¡hijos de la grandísima (...)!, ¿Quien es el hijo de (...) que os paga por imbuirnos estas sucias ideas?. Porque alguien debe pagaros para convencernos de semejante basura ideológica. ¡Panda de mamporreros de los (…)!

-          ¿Mamporreros? – le pregunté- .

-          ¡Si, mamporreros! – dijo con vehemencia-. Mira, Walker, estos hijos de mala (…) son como mamporreros, que agarran el cipote del garañón, lo untan de vaselina argumental y nos lo endosan a cada uno por el agujero que mejor nos entre para envenenarnos con la semilla de su repugnante ideología del modo que mas convenga a sus sucios intereses.

-          Pero ¿no te has dado cuenta, Walker?. Están todos vendidos, todos están a sueldo de algún hijo de (…) para captar nuestras voluntades. Para que nos matemos por ellos si hace falta. ¿Quién sino las petroleras están detrás de toda esta polvareda levantada hace días por un estúpido límite de velocidad?. Y luego la mierda de los partidos, igualmente al servicio de los capitalistas, como perros guardianes de este asqueroso sistema en el que no somos más que un rebaño de ovejas al que traen y llevan de uno a otro prado hasta acabar felices en el matadero, convencidos de que es nuestra mejor opción, porque hemos nacido para ese destino mientras que ellos saben que su vida depende de nuestra explotación.

-          Hombre, Germán, a mi me cuesta mucho adivinar quién manejaría el cotarro, quiénes pagan y estas cosas…

-          ¿Que quiénes les pagan?. Todos los que tienen dinero e intereses. Y ellos venden su palabra, su presencia, su prestigio, su opinión, sus habilidades para convencer y envolver, como aquella (…) catalana, sal y pimienta de tertulias populacheras, se vendió al sionismo junto a otros cerebros de alquiler para lavarles la cara en un momento en que estaban muy denostados tras las salvajadas que han hecho en Palestina. ¿Tú te crees que lo haría por amor a la causa?. Te aseguro que esa pasó por caja y que la pagaron bien, que a esos (...) dinero no es lo que les falta.

-          Algunos no parecen ir por dinero, por ejemplo…

-          ¿Te refieres al enano aquel de la radio de los curas?. Esos son aún peores, son unos (…) fanáticos que usan su sucia lengua envenenada para ajustar cuentas movidos por el despecho. Como aquel de los deportes, sí, hombre que cada noche enguarraba al de la federación de fútbol,  o el sobrinito del general ese de los (...) que busca vengar a su abuelito o lo que sea, fusilado por los cochinos rojos en Paracuellos. Esos son un peligro, porque, además de cobrar, que se forran envenenando a sus adeptos, se sienten líderes de una nueva cruzada con patente de corso para pasar por encima de lo que haga falta, sin mirar por donde pisan ni prever consecuencias, avanzando con toda intención y con todo su (…) cerebro e ingenio trabajando para la causa. Si, hombre, esos hijos de (…) siempre fueron muy listos.

-          Pero tienen su público, a mucha gente le gusta escuchar su opinión y su modo de contar las cosas

-          Mira, Walker, el (…) del enano bien se supo vender a los curas para envenenar con toda clase de infundios a sus adeptos, estúpidos ignorantes incluyendo a taxistas amargados, que ya no eran capaces de pensar si no escuchaban sus arengas, y desconocedores de que lo el móvil de la voz que les guía es un rencor acumulado por desencuentros y peleas entre empresas y grupos mediáticos. Ya ves, una pelea entre empresarios mediáticos que acaba con un montón de cretinos sin criterio envenenados y enganchados a semejante gurú. ¡Maldito paranoico!. Ya podría pillarle ese hijo de (…) del Valle para meterle por el culo todos y cada uno de sus venenos.

Y menos mal que Germán desconoce que ese profesional de la opinión tuvo mucho que ver con la propagación del psicoanálisis lacaniano en España, ese que sigue a pies juntillas el temible doctor Valle. Aquello fue en sus tiempos de intelectual izquierdista, aunque aún está por dilucidar si su interés por este bizarro psicoanálisis se debía a su amor al saber o a una necesidad de tratamiento. Lo cierto es que el periodista parece compartir estilo y patología con el legendario Jaques Lacan, otro paranoico un tanto cabroncete, según me explicó hace algún tiempo mi amigo, el psiquiatra. No sé si el doctor Valle cojea del mismo pie, a veces creo que también.

La conciencia de Germán es increíble. Se entera perfectamente de cuanto pasa a su alrededor. Después de estar toda la tarde regalando mis oídos con semejante arenga, se descuelga diciéndome un poco más bajo:

-          Yo sé lo que te pasa a ti, Walker. Estás enamorado como un borrico y si estás aquí es sólo para ver a esa tía que anda a veces por la planta, que ya he notado como te cambia la cara y el color cada vez que merodea por aquí. No te das cuenta, pero tú no eres más que una (...) marioneta en sus manos y ella sabe mover los hilos con todo arte mientras tú crees vivir la ilusión de tener una vida y un amor propios. Estás por completo a su merced, por eso dices que solo tienes dos dimensiones. Walker, estás por completo aplanado. Hasta cuando te escapas por las noches a escribirla cartas de amor.

¡Vaya con Germán...! No se le escapa un detalle, tiene más intuición y agudeza que cualquiera de los brillantes doctores que andan sueltos por el este frenopático.

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