Toda la locura encerrada en la Muralla de Lugo

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Ocurrencias Delirantes

20 de abril de 2013

OCURRENCIA DELIRANTE XXIX


Domingo, catorce de abril. Hemos acabado de cenar y ha entrado ya el turno de noche. Germán llega a la sala de televisión:

- Buenas noches a todos – puño en alto - ¡Salud y República!
- ¡Salud! – le contestó Domingo, un cuidador que va de sindicalista.

Leopoldo me dirigió una mirada triste y vacía:

- Si con eso se arreglaran las cosas…
- No estaría mal… parece que el monarca ha perdido el debido respeto a sus súbditos y esto empieza ya a necesitar un cambio, ¿no le parece?.
- ¡Vaya… me decepciona usted, señor Walker… le creía más sensato!
- Hombre, no me negará usted que el país está nadando en la mierda y que haría falta una bocanada de aire fresco ¿no?.
- Ya… eso es lo que hacían en el Palacio de Versalles, porque entonces la gente se ponía a hacer sus cosas en cualquier rincón o pasillo y acababan de mierda hasta el cuello, entonces el rey decidía mudar la corte a otro ala del palacio, hasta que se volvieran a llenar las reservas de mierda…
- ¿Sí?
- Es que en aquella época barroca eran muy guarros, no crea usted.
- Bueno, pues aquí empieza a hacer falta algún cambio, mudarnos a otro ala…
- ¡Tonterías, señor Walker, tonterías!
- Hombre… no se me ponga así…

Leopoldo estuvo un rato callado mirando hacia el suelo. Germán seguía con su alegato republicano, cantando a pleno pulmón una antigua versión del himno de Riego:


Si los curas y frailes supieran
la paliza que les van a dar,
subirían al coro cantando:
"Libertad, libertad, libertad!"

Si los Reyes de España supieran
lo poco que van a durar,
a la calle saldrían gritando:
"¡Libertad, libertad, libertad!"

Un hombre estaba cagando
y no tenía papel
pasó el Rey Juan Carlos Primero 
y se limpió…

- ¡Basta ya, Germán! - Increpó Leopoldo puesto en pie de modo repentino a Germán y a Domingo que le hacía los coros.

Germán, como si nada, continuaba con la música del himno

- Pachín pachín pata chin chin…

Leopoldo volvió a sentarse algo compungido

- Discúlpeme, señor Walker, discúlpeme…
- No se preocupe… cada uno tiene su modo de pensar y eso es muy respetable.
- Sí, sin duda… pero yo no soy monárquico, que quede eso muy claro ¿eh?.
- ¡Ah!, entonces…
- Mire señor Walker, no me dirá usted que es tan ingenuo como para pensar que quitando a este y poniendo a otro en su lugar, se van a arreglar las cosas.
- Igual, sí, hombre.
- ¿Sí? ¿Cree usted que los banqueros dejarían de sangrar al país?, ¿Qué los empresarios mostrarían respeto por los trabajadores en vez de explotarlos?, ¿que los trabajadores cumplirían con su trabajo?, ¿que los políticos serían fieles a los electores y dejarán de venderse al mejor postor?, ¿que desaparecía toda esta repugnante corrupción?... ¿y todo por quitar a este para poner al otro?. Desengáñese, señor Walker, la respuesta es NO. 
- Al menos a ese lo elegiríamos…
- Sí, lo elegirían los más tontos del país, ¡cojones ya!. ¡Igual que en Italia!, ¿no se da usted cuenta?, ¿quién nos da a elegir?, ¿quién pone en nuestras manos la suprema capacidad de elegir entre la mierda y la porquería? 

No conocía la vehemencia de Leopoldo en estos temas y me quedé un poco cortado.

- No se excite, Leopoldo…
- Perdone, señor Walker, perdone… perdone. – Hizo una pausa cabizbajo – Mire, podremos cambiar de capataz, pero no de amo.
- Hombre…
- Mire, señor Walker… la gente con criterio tiene meditada y elegida una u otra opción. Y resulta que queda en mitad y mitad, así que la decisión acaba dependiendo de esos que llaman indecisos, esos que se declaran apolíticos y que se cansan de repetir tópicos entre vaso y vaso de vino y partido y partido de fútbol, o telebasura y telebasura; esos tontos del culo destinatarios de las soflamas políticas más apasionadas, esa masa que manejan politicastros, caciques, tertulianos, opinadotes, curas, obispos, periodistas de pesebre… ¿Ha oído usted decir algo interesante en algún mitin?, ¿no ve que hablan como si se dirigieran a retrasados mentales, no ve que buscan los argumentos más viscerales para arrebañar el voto?. Pues esos idiotas son los que decantan la balanza y nos imponen a unos o a otros a los demás. ¡Esta mierda es la democracia, señor Walker!
- Hombre… ya, pero no se les puede quitar el derecho al voto sean lerdos o porque beban vino, o se droguen con el fútbol o la telebasura…
- No, desde luego. Pero no espere usted que pongan algo menos malo que lo que ahora hay.

Cartel de 1937 del Socorro Rojo de España, en plena guerra civil, que demuestra la continuidad con octubre de 1934Germán y Domingo seguían dale que dale con el himno de Riego contagiando su entusiasmo a otros inquilinos del frenopático.

- Mire, señor Walker, una república tampoco es garantía de mayores libertades. No olvide que el gobierno de la Segunda República Española envió al general Franco y otros en octubre de 1934 a reprimir la revuelta minera y aplastar la recién formada República Socialista Asturiana.
- Ya hombre, pero…
- ¿Conoce al poeta Antonio Plaza Llamas?
- No
- Mi padre me recitaba algunas estrofas de su poema “La vida”…
- ¿Sí?
- Sí… - decía mientras miraba hacia arriba con los ojos cerrados, evocando – puesto en pie, empezó a declamar, como tratando de apagar los cánticos republicanos que atronaban la sala:



En las necias bataholas
del mundo que tanto miente,
la gente empuja a la gente
como a las olas las olas.

Cada edad ¡oh contratiempo!
a quien la tierra se traga,
es una onda que se apaga
sobre los mares del tiempo.

Porque la vida, en verdad,
del hombre, reptil rehacio,
es burbuja en el espacio,
es nada en la eternidad.

¿Y la historia?... Ese vestigio
sólo enseña, por mi nombre,
que el hombre es mono del hombre
y un siglo plagia a otro siglo.

Hoy, como antes, diviniza
lo absurdo el hombre ¡qué horror!
y cuando cambia de error
sueña que se civiliza.


- ¡Caramba!
- Era un poeta mejicano de finales del siglo XIX, un hombre liberal, que debió acabar muy desengañado. Y hablando de repúblicas y monarquías decía: 



Al pobre le importa un mico
monarca o federación:
siempre es «carne de cañón»,
siempre es el burro del rico.

¿Os place ser libres? ¡Bravo!
Procurad que el oro sobre;
porque nunca es libre el pobre,
y nunca es el rico esclavo.

El que roba con trompeta
y asesina oficialmente,
gloria alcanza ante la gente
que lo adula y lo respeta.

¡Oh! cuántos de esos señores
que bastón de mando oprimen,
por el camino del crimen
han llegado a los honores.

¿Qué es un héroe en su grandeza?
ídolo de sangre lleno,
cuyo pedestal de cieno
viene a lamer la bajeza.

Mientras Leopoldo declamaba, Germán y el cuidador republicano enmudecieron por un instante. Germán hizo ademán de contestar algo a Leopoldo pero, finalmente, desisitió y volvió con el canto de la música del Himno de Riego

- Pachín, pachín pata chin chin…

Leopoldo, que se había sentado después de declamar estos versos, se puso en pie, me estrechó la mano y en un tono algo lúgubre me dijo:

- Me voy a la habitación señor Walker, encantado de haberle conocido.

Y me estrechó la mano.

- ¿Se va a ir usted, Leopoldo?
- ¿Eh…? ¡Ah, no, no… no…! Hasta mañana, señor Walker… ¡Ah!, le dejo un par de estrofas más:

Lo absurdo con lo divino
confunde el hombre a su turno,
y si derriba a Saturno
eleva a San Saturnino.

Yo diré a quien me pregone
el derecho de los reyes,
o que el pueblo da sus leyes:
toda autoridad se impone.

- Buenas noches, señores. – Y con paso parsimonioso se retiró a la alcoba

Dudo si unirme o no al festejo de Germán y Domingo, la verdad es que se me han quitado las ganas de fiesta.

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