Toda la locura encerrada en la Muralla de Lugo

Toda la locura encerrada en la Muralla de Lugo

Ocurrencias Delirantes

26 de octubre de 2013

OCURRENCIA DELIRANTE XXXIII

Lejos queda ya aquel frenopático bidimensional. Lejos quedan Germán, el doctor Fouce, las enfermeras, Margarita, Domingo, Leopoldo, Vicenta, Alicia y otros internos. Lejos quedan los pasillos, las ventanas y el muro que nos separaba de la calle. Lejos queda, por fin, ella.

De todo aquello sólo queda Green Walker. Y las sombras desaparecieron. Porque se trataba nada más que de eso: sombras en un papel en blanco. De ahí lo de las dos dimensiones, ese no era un delirio, como pensaban los doctores Fernández y Valle. El mundo que he presentado en estas ocurrencias delirantes no es otra cosa que las sombras que proyecta el señor Walker sobre el papel. Y varían según de donde venga la luz. Y varían también según qué posición toma el bueno de Walker. No ha sido más que un juego de sombras chinescas. Supongo que como sucede con la creación literaria. Sombras del autor.

Ha desaparecido el frenopático con todo su elenco de personal. Y las sombras sólo desaparecen cuando una luz más fuerte ilumina desde todos los puntos, o bien cuando desaparece la luz. Porque sin luz no hay sombras.

Paseo por el adarve de la Muralla de Lugo con un atuendo verde, otra vez. Miro el viejo peral, convencido de que mi amigo Antonio Machado ya se ha ido de ahí. No han vuelto a aparecer floraciones fuera de su tiempo. Aquel mundo en el que me vi inmerso se ha disipado como se disipa esa niebla tan habitual en esta ciudad con el sol de mediodía, quizá aún queden zonas bajo la niebla esperando salir al sol. Pero esto ya es otra cosa. Sí, aún queda algo de resentimiento después de tanto tiempo de sentimiento, pero eso también habrá de pasar, ya lo decía mi viejo amigo poeta:

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.


Tiempo es de dejar el surco, aunque se llame adarve y salir a otros caminos, a otras veredas. Hay montañas y valles. Hay otras llanuras, un camino que lleva a Santiago, o a Fisterra, o a Muxía. Hay un mar inmenso y transitable. Y he decidido empezar a andar lejos ya de los muros de aquella locura y libre de aquella pasión.


He aprendido algo nuevo, aunque otro poeta amigo ya lo había dicho hace mucho tiempo:

Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan
con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Yo sé muy pocas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos.


Eso decía Felipe Camino Galicia, también llamado León Felipe, el poeta de Tabara y de todas las partes. Creo que me voy a dedicar a destripar unos cuantos cuentos… Otro día.

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